El sábado 31 de Octubre nos convoca Lilith,
la diosa asociada a Escorpio...
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Lilith, la Luna Negra
La guardiana del Árbol de la Vida
Lilith suele ser recordada sólo por una de sus caras, por su faz iracunda: la sombra doliente y temible de Eva.
Esta injusticia histórica (este error) encubre su principal cualidad:
Lilith es la auténtica Guardiana del Arbol de la Vida. Una de sus caras olvidadas se parece mucho a Venus Urania.
Es la parte libre y creativa de lo femenino, capaz de asumir que el “pacto patriarcal” fue un momento o fase del devenir histórico.
Y que el costo doloroso de esa polarización, fue pagado por las mujeres tanto como por los varones.
Es la parte libre y creativa de lo femenino, capaz de asumir que el “pacto patriarcal” fue un momento o fase del devenir histórico.
Y que el costo doloroso de esa polarización, fue pagado por las mujeres tanto como por los varones.
Lilith integrando a Venus, equivale a Yaveh comprendiendo su propio (temido y negado) costado femenino.
¿Por qué Lilith, la cara oscura de Eva, sólo es recordada como “la venganza de la Diosa” luego que Yaveh irrumpiera como “Dios total” y no le dejara espacio en el mundo recién creado? Quizá porque (como es habitual) olvidamos recorrer los otros aspectos, complejos e intercambiables, de las imágenes arquetípicas. La diosa oscura queda así confinada a los niveles más polarizados y fragmentarios de Escorpio.
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Integrando el aspecto venusino incomprendido de Lilith, por el contrario, este mito permite expresar toda la potencia escorpiana del proceso de individuación de una psique femenina. A través de la comprensión de la “oscura otra parte”, irrumpe en lo femenino el talento de bucear en los confines del vínculo amoroso. Como ya lo intuía la fase virginiana en Démeter, sólo a través de esta entrega a la potencia de “la otra parte”, aparece la femenina sabiduría específica, la inteligencia misma de la materia.
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Pero es un hecho que, históricamente, lo femenino quedó por milenios fuera del mundo constructivo y del florecimiento de Logos en la materia. Este dolor por la marginación fue mitificado por la parte oscura de Hera, una simil de aquella Eva bíblica, entronizada como Madre y Esposa pero “condenada” a parir con dolor.
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Pero la parte sutil (la otra cara) de Hera, ya prenunciaba que en alguna vuelta del proceso se repetiría el “combate”, no ya como estéril enfrentamiento entre los géneros, sino ahora como portal para la iniciación (de la humanidad en su conjunto) en lo femenino oscuro y postergado.
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Quizá por eso Lilith haya reaparecido durante el siglo XX, a nivel relativamente popular y de la mano de las primeras feministas. Oportuno fue su reencuentro, aunque a esa altura todavía su cara expresaba la satisfacción de la venganza. Distinto nos parece hoy su semblante, por cierto, cuando su intensidad y la determinación de su espíritu libertario empieza lentamente a ligarse con la comprensión de lo masculino, leido hasta ese momento sólo como dominador (fascinante o temido).
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Venus puede reaparecer de la mano de Lilith, sólo si esta escucha su mensaje “uraniano”. Este dice... ¡cuánto dolor sordo y oscuro, expresado a través de la violencia y el dominio, hay en los omnipotentes dioses patriarcales!... Es un viejo dolor disfrazado de terror, guerra, tortura y dominio... pero esconde un pedido también viejo como el tiempo. El retorno sin miedo de aquel abrazo intenso y creativo (el de Gea y Urano, la Tierra y el Cielo) del que, aunque intentemos olvidarlo, todos provenimos.